13 Jun
13Jun

A todos nos ha impactado la noticia del cese de Julen Lopetegui como entrenador de Selección Española de Fútbol. ¿O quizás no?. Mucha era la gente que, tras el comunicado del Real Madrid por el cual hacia oficial que el hasta esta mañana seleccionador vasco era el nuevo entrenador del conjunto blanco, pedía a gritos su dimisión o expulsión del combinado español.

Todos estamos de acuerdo en que las formas no han sido  del todo correctas por parte del Real Madrid y Lopetegui. Además, el momento no es precisamente el adecuado. Pero ambas partes estaban en su derecho.

Entre tanto revuelo hacia falta alguien que calmara las aguas, y nadie mejor para ello que el presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales. Pero no apaciguar sino todo lo contrario ha hecho el señor Rubiales. Dolido, traicionado, no ha dudado en fulminar a Julen, en contra de los jugadores y de la estabilidad de un equipo que tantas ilusiones ha generado para este Mundial. Luis Rubiales, con mas orgullo que sensatez, no ha admitido ninguno intención de convencerlo para que no tomase tan drástica decisión. Rizar el rizo, tapar un fallo con otro mas grande como quieras llamarlo, pero conclusión la misma, situación de tensión y presión absoluta que podría haberse evitado o, al menos, rebajado. Pero lamentablemente por una cuestión de orgullo y superioridad no se ha producido. Dios nos coja confesados. Confiemos en los jugadores, no tenemos motivos para dudar de ellos. 



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